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Análisis jugador por jugador del Racing de Santander en Butarque

Mario: sensacional. Un día más fue el hombre que mantuvo al Racing en el partido. Antes de adelantarse el equipo cántabro, Mario tuvo que salir al rescate en varias ocasiones. Hablamos de manos a manos, balones aéreos con mucho peligro y paradas con carisma. No paró de ordenar a su defensa. Si el orden y la sincronización de la zaga son altos, Mario intervendrá menos, pero no por ello estará menos atento. Cada día agranda su carrera y por lo tanto, su leyenda. Ya hay bastante gente que piensa en él como el nuevo Ceballos.

Francis: estuvo atento en todo momento. Demostró su veteranía en las jugadas necesarias. En la primera parte le vimos doblar a Concha. Parte del gol del canterano forma parte de su incondicional despliegue físico en las zonas ofensivas. En el segundo tiempo se empleó a fondo en la zona defensiva, la ventaja parecía amplia y había que protegerla. El de Xerez peleó cuanto pudo, pero no siempre consiguió su objetivo. Fue su segundo partido del año, necesita algo de ritmo. El Cafú de Barbate es un clásico en el carril del dos.

Orfila: segundo encuentro como central. Adaptado, cauto y brillante, además de eficaz. Así es el asturiano que lidera la retaguardia racinguista. No le gusta arriesgar, opta por levantar la cabeza y mandar lejos el balón. Encima lo hace con precisión. Es el defensa más utilizado junto a Samuel. La seguridad que aporta es tremenda. Es enérgico, potente y fiable. Su mejor acompañante es Juanpe, aún no han coincidido. Cuando lo hagan, el Racing mejorará.

Samuel: quinto encuentro como titular. Según pasan los partidos, las opiniones opuestas siguen creciendo. Para bien y para mal. Contra los madrileños, pecó de cauto y en algunas ocasiones, le faltó esa viveza que debe tener un central. Su mayor error fue el que incitó al Lázaro a ese mano a mano con Mario. Siguió empezando las jugadas y avanzando algunos metros. En el juego aéreo, pese a no ser excesivamente alto, puso ímpetu. Los balones transversales fueron cortados por él con asiduidad.

Iñaki: el riojano se está acoplando a la categoría. Quizás, para ayudar más a Saúl, debe saber lo que se cuece en el lateral izquierdo. Éste era el segundo encuentro completo que iba a jugar ahí. Empezó a ser usado en esa posición ante el Valladolid, cuando el equipo se volcó. Hace casi un año fue expulsado en esta misma cancha, Butarque. Esta vez no ocurriría lo mismo. Iba a estar fino, serio y vivaz. No subió en exceso, pero supo cuando tenía que hacerlo. No vimos centros dorados, pero sí una gran comodidad por su parte a la hora de ser encarado por los rivales. Empieza a recuperar la confianza que le hace ser fiable.

Fede: al principio del año hablábamos de un canterano. Hoy hablamos de un todoterreno, el pulmón de la medular. Ataca, defiende, aguanta, organiza y realiza múltiples tareas. Fede va camino de hacer grandes cosas. Sólo necesitas ver su pose, cuando le encara un rival, para ver lo gran jugador que es. Flexiona las rodillas, le mira y le ataca. Por supuesto, en multitud de ocasiones sale victorioso. En los apoyos es meticuloso, no se centra en una zona, se mueve por todo el campo. Puedes verle ayudar a Francis en un minuto y al segundo siguiente le tienes dando un pase al espacio para la carrera de Álvaro. Canaliza el juego mientras lo crea.

Andreu: el más usado en la parcela de medular hasta el momento. A Paco le pierde su pausa y su organización. Sus pases largos pueden solucionar un partido, pero su inmadurez y su infantilismo te pueden quitar dos. No es impaciente ni histérico. Al contrario, es más frío que un gélido hielo del Polo Norte. Es capaz de armar un contraataque con un pase suave. Su eterna reflexión, cuando tiene el balón, le perjudica en algunas ocasiones. Formó parte de la jugada absurda del partido, su atrevida caricia al rival le costó la roja. El árbitro se cebó con esa decisión. Más allá de que Andreu no debió estar nunca en ese lance. Aun así, debemos darle nuestro apoyo. Lo necesita y no volverá a pecar de pardillo. Ánimo, Andreu.

Gol de David Concha contra el Leganés. Foto: Arturo Herrera.

Gol de David Concha contra el Leganés. Foto: Arturo Herrera.

Concha: espectacular el encuentro que realizó la perla de Bezana. Está a otro nivel. Algunos se ríen cuando hablo del Messi cántabro. Es una completa barbaridad. Va a romper miles de caderas en esto del fútbol. Es elegante, ambicioso y posee una técnica innata. Su zurda es una maravilla. Conduce el balón como un caballo al galope, como un coche a su remolque. Lo lleva enlazado, cosido, su inteligencia futbolística es exagerada. Volvimos a ver una de esas arrancadas endiabladas desde el perfil derecho. Como siempre, terminó dentro del área, poniendo en aprietos al arquero. La siguiente ocasión que tuvo, la ejecutó a la perfección. Tras el “error” de Francis, hizo la mítica grulla y adelantó al Racing. Es el jugador que más minutos ha jugado en la zona de ataque, es normal, no hay otro como él. Celebró su convocatoria con la Sub-19 con ese gol. Le quedan muchas cosas por mostrarnos.

Granero: al inicio de la temporada le vimos de punta, aquello fue un parche. Más tarde estuvo en el banquillo. Y ahora iba a ser la mayor innovación en el once. Jugó de mediapunta, una rosa para sus compañeros y un cactus para sus rivales. En la primera parte facilitaba las llegadas del Racing, recibía, se paraba y la soltaba. Era como un central en la zona ofensiva, un incordio para los zagueros y para los mediocentros. Al Leganés le hizo mucho daño. Sobre todo, cuando tenía fuelle. Aparecía por un lado o por otro, llegaba al remate o aparecía de la nada para ayudar en la medular. Oxigenaba el juego en la banda derecha e iba a presionar a la izquierda. En la segunda parte retrasó su posición. Le vimos llegar poco, pero con mucha fuerza. Debió chutar a puerta en la última cabalgada que tuvo. Demostró su calidad antes de salir del campo. Recibió en la medular, la embolsó y se la orientó, todo en un mismo movimiento. Su gol, fruto de su trabajo, no tardará en llegar.

Álvaro García: habíamos conocido su faceta ofensiva. El ritmo y el desparpajo del clásico extremo andaluz. Podríamos decir que estuvo dubitativo, pero eso querría decir que no valoramos su trabajo defensivo. El apoyo incondicional que le prestó a Iñaki fue muy importante. Siempre estuvo a su lado, incluso le ordenaba, le mandaba retroceder unos metros. En ataque estuvo peleón, pudo abrir el luminoso con un gran zurdazo, el balón estaba en el aire y eso le perjudicó. Terminó jugando de mediapunta, sin fuerza, pero con comprensión, con entusiasmo. Está dejando muy buenas sensaciones, no deja de ofrecer cosas interesantes y aún le queda mucho por mejorar.

Koné: fabuloso, intimidador, veloz, fuerte, inquieto y juguetón, así es el nuevo Mamadou Koné. La pantera marfileña ha conseguido evolucionar, año tras año ofrece aptitudes más logradas. Hablo de regates, hablo de precisión en la ejecución, ritmo en la presión y sobre todo, felicidad en sus movimientos. Atrás queda el Koné que levantaba los brazos por perder un balón. El nuevo las busca, las encuentra y las marca. Además, las crea de la nada. De no ser por su insistencia en la presión, el Racing no habría logrado esos dos zarpazos tan vertiginosos. Recordamos la actividad que desarrolló en ambas acciones, una en la banda izquierda y la otra en la medular. Ambas terminaron en la red, eso es lo importante. Ha vuelto con ganas, va a asaltar la categoría.

Mariano: salió a pelear en un momento complicado. Le vimos buscar el balón, lucharlo, pero no con una finalidad, un objetivo. Estaba muy solo, coincidió con Granero en esa parcela ofensiva. Bajó a la medular para organizar a sus compañeros. Él es la primera línea de presión, siempre les ordena, les gesticula y les avisa del peligro. Pocas veces se equivoca. Va a hacer un año de: “La Torre de Benidorm será clave para el ascenso”. En esa pieza informativa se incide en que su trabajo no es sólo el gol. El compromiso y el sacrificio son los motivos del sudor de su frente. Le veremos crecer y mejorar en la categoría. Créanme.

Saúl: debió salir antes. Lleva triste varios partidos y eso a los racinguistas no les gusta. Su felicidad es una de sus mayores virtudes. Le permite subir alegremente con valentía. Tiene un espléndido futuro cercano. Le queda madurar o matizar algún aspecto defensivo. Destacó su zancada en los minutos finales. Cuando echa la cabeza al suelo y corre, no le enganchas. De ahí el afectuoso apodo de la gacela. Paco sabe mejor que nadie, qué hay que hacer para verle progresar. Seguro en el siguiente encuentro es de la partida.

Juanpe: fue el primero en entrar. Salió en la medular, con la máscara. Su altura fue la inspiración de Paco. Los balones en forma de cohetes iban a brotar poco a poco. Juanpe te asegura varios testarazos que ahuyentan esos esféricos. El último al que tuvo acceso lo consiguió salvar, fue el previo al empate. Nadie le siguió cuando despejó, cuando pusieron el posterior centro ya era tarde. Se dejó ver en el apartado ofensivo. Tuvo una llegada que finalizó con un disparo desde la frontal. La escasa visión que le ofrecía la máscara, no le permitió apuntar al arco con certeza. Queda poco para verle en su posición natural y con el compañero ideal.

 



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